El Papa: San José, símbolo de la dignidad del trabajo

En un post en X, Francisco recuerda a uno de sus santos favoritos. En la audiencia general, invita a mirar a la Sagrada Familia de Nazaret, modelo de comunidad doméstica.

Benedetta Capelli – Ciudad del Vaticano

“Hoy celebramos la Memoria de #SanJoséObrero. Pidamos al Señor que renueve y aumente nuestra fe, para que nuestro trabajo tenga en Él nuestro inicio y nuestro cumplimiento”. Éste es el post que apareció en X en la cuenta @Pontifex en el día en que la Iglesia recuerda al patrono de los trabajadores y el mundo celebra el Día del Trabajo. La fiesta litúrgica de San José Obrero fue instituida por Pío XII el 1 de mayo de 1955.

Vida, trabajo, amor

También en la audiencia general, el Papa recordó a san José. “A cada uno de ustedes -dijo- quisiera volver a proponerles la santa Familia de Nazaret como modelo de comunidad doméstica: comunidad de vida, de trabajo y de amor”. Es conocida la devoción de Francisco al padre putativo de Jesús, emblema de la confianza en Dios, un hombre que cultivó en silencio su sí al Señor. Con la Carta Apostólica “Patris Corde”, el Papa había proclamado un Año especial de San José, del 8 de diciembre de 2020 al 8 de diciembre de 2021. En el texto, fruto también de la pandemia que ha generado la pérdida de trabajo en muchos sectores, Francisco invita a mirar al santo de quien

“Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo”. “Imploremos a san José obrero – dice el Papa además en la Patris Corde- para que encontremos caminos que nos lleven a decir: ¡Ningún joven, ninguna persona, ninguna familia sin trabajo!

“Protege a los trabajadores”

El 12 de enero de 2022, en la catequesis de la audiencia general dedicada a la figura de san José carpintero, el Papa recordó una oración elevada por san Pablo VI a san José el 1º de mayo de 1969.

Oh, san José, patrón de la Iglesia, tú que junto con el Verbo encarnado trabajaste cada día para  ganarte el pan, encontrando en Él la fuerza de vivir y trabajar; tú que has sentido la inquietud del mañana, la amargura de la pobreza, la precariedad del trabajo; tú que muestras hoy el ejemplo de tu figura, humilde delante de los hombres, pero grandísima delante de Dios, protege a los trabajadores en su dura existencia diaria, defiéndelos del desaliento, de la revuelta negadora, como de la tentación del hedonismo; y custodia la paz del mundo, esa paz que es la única que puede garantizar el desarrollo de los pueblos. Amén