Redactado por Bupa.com. Traducido y adaptado por Sanitas bajo la supervisión médica del Dr. Ignacio Orive
Aunque su peso está en torno a los 30 gramos, la glándula tiroides (situada en el cuello justo por debajo de la nuez) tiene una influencia destacada en nuestro estado de salud. Es una glándula endocrina que a través de la secreción de sus hormonas participa en casi todas las funciones básicas de nuestro organismo, como por ejemplo:
- Regula el metabolismo y la temperatura corporal.
- Es necesaria para el crecimiento.
- El sistema nervioso necesita de ella para su correcto desarrollo.
- Regula la asimilación de los diferentes nutrientes.
- Es fundamental para regular el ritmo cardiaco y el desarrollo de la piel.
La tiroides necesita yodo para segregar sus hormonas. Dichas hormonas equilibran el metabolismo (la velocidad a la que se consume la energía proveniente de los alimentos), y ayudan al organismo a quemar el exceso de grasa regulando eficazmente el nivel energético.
La tiroides desempeña un amplio abanico de funciones, entre otras, el control del peso, del ritmo cardíaco y del nivel de colesterol en la sangre, así como el mantenimiento de la fortaleza muscular y del estado de la piel. Una tiroides sana es básica para gozar de un bienestar general. “El trastorno más común de la tiroides se produce por una baja actividad de dicha glándula. Este trastorno es conocido como hipotiroidismo”
¿Cómo es la tiroides?
La tiroides tiene forma de pajarita. Sus dos lóbulos se sitúan a ambos lados de la tráquea en la parte frontal de la garganta y se unen por una tira de tejido denominada istmo. Aunque se encuentra cercana a la piel, la tiroides es normalmente pequeña y blanda, y apenas puede ser palpada a través del contacto con la piel.
La tiroides está compuesta por dos conjuntos de células que segregan hormonas cuya producción depende de la capacidad del organismo de extraer el suficiente yodo de los alimentos ingeridos.
Millones de células foliculares segregan hacia la sangre las hormonas que contienen yodo. La más importante de dichas hormonas es la tiroxina (T4), que representa el 99.9% de las hormonas producidas por la tiroides. Otra hormona, la triyodotironina (T3), supone el 0.1% restante.
Las células restantes, conocidas como parafoliculares, se hallan aisladas o en pequeños grupos y segregan una hormona denominada calcitonina.
¿Qué hace la tiroides?
La tiroides trabaja conjuntamente con otras dos glándulas productoras de hormonas, la pitituaria y el hipotálamo. Esta acción tripartita tiene como objetivo la producción de la cantidad justa de energía que el organismo necesita en cada momento (baja durante el sueño, alta durante la vigilia, más alta aún durante la actividad física).
La pituitaria, una glándula del tamaño de un guisante situada en la base del cerebro, controla el nivel de hormonas segregadas por la tiroides y a su vez está controlada por el hipotálamo.
Las hormonas T3 y T4, segregadas por la tiroides, son fundamentales para el control y mantenimiento de las funciones vitales del organismo. A través de su papel en la regulación del metabolismo y en el equilibrio del calcio en el organismo, dichas hormonas son básicas para el crecimiento físico y el desarrollo mental de los niños.
El calcio es clave para mantener unos huesos saludables, y su nivel en el organismo se regula por la calcitonina, las hormonas tiroideas y la paratiroides. Dicha hormona, la calcitonina, es producida por cuatro glándulas paratiroideas localizadas justo detrás de la tiroides.
¿Qué puede fallar en la tiroides?
El trastorno más común de la tiroides se produce por una baja actividad de dicha glándula. Este trastorno es conocido como hipotiroidismo, por el que la tiroides no llega a producir las hormonas necesarias debido a una insuficiente ingesta de yodo.
Es una enfermedad que puede pasar desapercibida durante muchos años, al poder dar síntomas inespecíficos y desarrollarse lentamente, por lo cual el enfermo y sus familiares no advierten esos cambios hasta que la enfermedad está muy avanzada.
Por ello, el hipotiroidismo puede permanecer años sin ser diagnosticado ya que los síntomas, tales como el olvido y la fatiga, pueden ser fácilmente confundidos con otros estados físicos como el envejecimiento natural, la menopausia o el estrés. Entre otros síntomas se pueden citar ronquera, languidez, apatía, dificultad al tragar, intolerancia al frío, ganancia de peso, edemas en las piernas, somnolencia, aspereza en la piel.
Sin embargo, el hipotiroidismo moderado puede ser detectado por un sencillo análisis de sangre y se trata fácilmente mediante hormonas sintéticas en pastillas, a modo de suplemento o sustitutivo de las hormonas producidas de manera natural por el organismo. Dicha medicación es diaria y para toda la vida.
Por ello, es importante mantener un índice de sospecha elevado, y ante pacientes (sobre todo mujeres), que presenten estos síntomas inespecíficos pero persistentes, realizar la analítica mencionada.
Por otro lado, en la enfermedad conocida como tiroiditis crónica (que también puede producir hipotiroidismo), la tiroides puede agrandarse, algunas veces de forma considerable, dando lugar a una inflamación conocida como bocio. Dicha inflamación tiene lugar cuando el sistema inmunológico produce anticuerpos que atacan a la tiroides, estimulando a la pituitaria para segregar un mayor número de hormonas, lo que hace que la tiroides “tenga más trabajo” y aumente de tamaño.
En muchos países, el bocio ha sido ampliamente eliminado por la difusión del uso de sal yodada. Asimismo, el hipotiroidismo puede ser resultado de una disfunción glandular conocida como mixedema en los adultos y cretinismo (hipotiroidismo congénito) en los niños.
El hipertiroidismo, menos frecuente que el hipotiroidismo, se produce cuando la glándula tiroides segrega demasiadas hormonas. También es conocido como Enfermedad de Graves o Bocio tóxico difuso. Es más común en las mujeres, particularmente en aquellas que se encuentran entre los 30 y los 40 años de edad.
Además del bocio, los síntomas incluyen trastornos del sueño (insomnio), debilidad muscular, temblores, palpitaciones, irregularidad en la menstruación, intolerancia al calor, pérdida de peso a pesar de tener buen apetito o problemas de visión. El tratamiento para reducir la producción de hormonas con medicamentos puede ser complejo y largo en el tiempo. También puede usarse la cirugía para combatir el hipertiroidismo.
Existen otros trastornos de la tiroides pero no son muy frecuentes. Entre ellos se incluyen enfermedades congénitas, infecciones, quistes, y tumores benignos o malignos.
¿Cómo mantener una tiroides sana?
Todos los adultos necesitan yodo, pero sólo una diezmilésima de gramo al día. Los alimentos ingeridos normalmente aportan dicha cantidad porque el yodo se encuentra ya en la tierra y es absorbido por las plantas. Una dieta equilibrada con alimentos no muy elaborados y que incluya frutas y hortalizas debería asegurar una cantidad suficiente de yodo para mantener una tiroides sana.
También hay yodo en la carne (especialmente el hígado), en los cereales enriquecidos, en los mariscos, en las algas y en el agua potable. La mayoría de las personas no necesitan preocuparse de un exceso de yodo en su dieta, ya que cualquier exceso se elimina por la orina.
Algunos complejos vitamínicos pueden contener yodo, pero los suplementos exclusivos de yodo son difíciles de obtener y, realmente, rara vez se necesitan. Sin embargo, existen algunos estudios que sugieren que tomar suplementos de yodo durante el embarazo podría reducir la frecuencia de los problemas de hipotiroidismo durante la infancia.
Si quieres ampliar información sobre la tiroides: Tiroides, Bocios y otras cosas” (Escuela de Salud, por el Dr. Ferrando)
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