Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano
Esta mañana el Papa Francisco ha recibido a los participantes del Movimiento de Trabajadores Cristianos con ocasión de su 50 aniversario: “Cincuenta años es también un tiempo para mirar con realismo la propia historia, hecha de tanta gratuidad y también de duro trabajo en el testimonio cristiano” ha dicho el Papa, mientras les invitaba a “no caer en formas autocelebratorias”, sino “reconocer la acción del Espíritu Santo en los pliegues de su historia, no tanto en los acontecimientos llamativos, sino más bien en los humildes y cotidianos”.
El Papa les ha propuesto un compromiso concreto sobre la cuestión del trabajo. “Sois un movimiento de trabajadores y podéis ayudar a que sus preocupaciones lleguen a la comunidad cristiana” ha asegurado, explicando que es importante que los trabajadores se sientan a gusto en las parroquias, asociaciones, grupos y movimientos; que se tomen en serio sus problemas; que se escuche su llamada a la solidaridad. El Pontífice ha recordado que el trabajo atraviesa una fase de transformación que hay que acompañar y, por tanto, “las desigualdades sociales, las formas de esclavitud y explotación, la pobreza de las familias por falta de trabajo o trabajo mal pagado son realidades que deben ser escuchadas en nuestros círculos eclesiásticos”.
Además, el Papa insiste en que nadie debe sentirse excluido del trabajo: “Que no falte vuestro compromiso de promover el trabajo de las mujeres, de animar a los jóvenes a incorporarse al mundo laboral, con contratos dignos y no de hambre, de salvaguardar el tiempo y el respiro para la familia, para el voluntariado y para el cuidado de las relaciones. Por favor, ahuyenten todas las formas de explotación, ¿eh? Por favor…” ha expresado a los participantes del Movimiento de Trabajadores Cristianos. Además, Francisco les ha recordado dos premisas importantes para continuar su trabajo: llevar a cabo “un trabajo de purificación” y “una nueva siembra”.